Gracias a una óptima remodelación, este apartamento en el norte de Bogotá dejó de ser convencional para convertirse en una atractiva vivienda de estilo contemporáneo: funcional, amplia e iluminada. Además, sobresale por el mobiliario y la selecta colección de obras de arte. (Imagen superior: Al eliminar la chimenea, el comedor y la sala quedaron integrados, lo que genera mayor amplitud. A la derecha, abajo, obra de Luis Fernando Peláez. Fotografía: Luis Gabriel Lugo).
Los 240 m2 y 18 m2 de terrazas, la vista y la buena iluminación natural fueron los motivos por los que una pareja con tres hijos decidió comprar este apartamento construido hace ocho años aproximadamente. Sin embargo, la distribución y los acabados no cumplían con sus expectativas; por eso buscaron al arquitecto Antonio García para que los ajustara a sus necesidades y estilo de vida.
Una de las solicitudes que el arquitecto debía tener en cuenta para emprender la remodelación era que todos los espacios estuvieran diseñados para usarse a diario y no como ocurre en algunas viviendas donde hay ciertos ambientes reservados para ocasiones especiales. La funcionalidad era clave: tenía que ser práctico, cómodo y de fácil mantenimiento. Además, los propietarios querían que tuviera un aspecto actual, fresco, agradable y acogedor, propicio para que se destacara su colección de arte contemporáneo.
Con la intervención de García el área social cambió drásticamente porque eliminó el muro que separaba la cocina de esta zona y demolió la chimenea que dividía el comedor y la sala.
De esa manera creó un gran espacio de reunión —del que también forma parte un estar—donde la cocina, de la firma Deico, pasó a ser el centro de atención, no sólo por el gran tamaño y la ubicación, sino por el impecable diseño y fabricación, y los accesorios de última generación.
En el área privada realizó otros cambios significativos. El apartamento tenía tres dormitorios, pero los dueños querían uno adicional para que cada hijo tuviera el suyo. Como el espacio del estar de televisión y el estudio era amplio, el arquitecto optó por dividirlo con un muro para crear la cuarta alcoba y una zona de entretenimiento para los niños.
Otra intervención la llevó a cabo en el cuarto principal, donde eliminó algunas paredes para que el baño y el vestidor —antes cerrados y oscuros— recibieran luz natural y se integraran a la habitación.
Para conocer más sobre este apartamento, lo invitamos a continuar leyendo el artículo en la edición 3 de INTERIO, en el siguiente link: https://issuu.com/revistainterio/docs/interio_magazine_003/20