Hace ocho años, el arquitecto Carlos Arnaiz, de madre colombiana y padre filipino, abrió la firma CAZA Architects, en Nueva York. Hoy, además, tiene oficinas en China, Filipinas, Colombia y Perú, con las que trabaja en diversos proyectos.
(Imagen superior: iglesia 100 Walls en Cebú, Filipinas, inaugurada en 2013. Cortesía, CAZA Architects)
Carlos Arnaiz nació en Manila, Filipinas, pero cuenta que en su niñez disfrutaba temporadas largas de vacaciones en Colombia: “Pasaba semanas con mi abuelo, un finquero apasionado, caminando por el campo y las montañas de Cundinamarca, aprendiendo sobre las costumbres locales y los métodos agrícolas, saboreando la comida típica y montando a caballo. Colombia para mí siempre ha sido un sitio místico. Tal vez lo he idealizado, pero el resultado es que tiene un espacio en mi corazón. Hoy viajo por lo menos cada dos meses por trabajo, es un placer tener la oportunidad de crear en mi país”.
Cuando tuvo que entrar a la universidad optó por irse a Estados Unidos porque le servía de puente entre Filipinas, donde vive su papá, y Colombia, donde reside su mamá. Dice, además, que lo escogió “porque tiene muchas ventajas: es un país de inmigrantes, su sistema educativo es más abierto a los extranjeros y, a pesar del tumulto sociopolítico acerca de quién es nativo y quién foráneo, sin duda, su historia se basa en la idea del exilio, la inmigración y la posibilidad de reinventarse”.
De gran escala
Arnaiz tiene una formación académica particular: estudió Filosofía y Letras en Williams College, y luego, Arquitectura en Harvard; el título lo recibió con honores en 2003. “Me intrigaba la relación entre tomar decisiones y nuestros espacios, por eso quise involucrarme en una actividad que pensara cómo se puede conformar, alimentar y construir el ambiente”, explica acerca de la motivación para cursar dos carreras que, aparentemente, no tienen mucho en común.
En su trayectoria ha liderado cerca de cincuenta proyectos de diferentes escalas, desde planes maestros en 400 hectáreas para nuevas comunidades, pasando por edificios públicos, como una iglesia para 1.500 personas; hoteles boutique, un edificio de oficinas para la sede de Google, hasta casas privadas, un pabellón para eventos en la playa y el mausoleo de una familia.
Su primer trabajo, en un estudio de diseño fundado por un arquitecto y un paisajista, lo marcó. “Ambos tenían planes ambiciosos de combinar sus conocimientos para mejorar las ciudades, rehacer espacios públicos y generar nuevas maneras de vivir de forma sostenible. Usaron esas estrategias en diferentes países, desde Taiwán a Puerto Rico, y particularmente en Nueva York, donde formé parte del equipo que diseñó el Parque High Line, en Chelsea”, explica.
Un camino propio
En 2010 decidió emprender su propio camino y fundó CAZA Architects. “Estoy comprometido con generar un impacto positivo por medio del diseño. Soy un optimista. Admiro las culturas ancestrales y encuentro inspiración en sus diseños; también adoro la naturaleza y me fascina la inteligencia de sus formas, por eso estamos estudiando constantemente la conexión entre lo natural y lo artificial”.
CAZA Architects fue incluido en el libro Fifty under fifty: innovators of the 21st century, que destaca el trabajo de estudios de arquitectura y diseño dirigidos por profesionales menores de cincuenta años. Otro de los logros de Arnaiz ha sido la invitación que le hizo la Bienal de Arquitectura de Venecia para exponer en la edición de 2016.
Continúe leyendo este artículo y viendo más imágenes de los proyectos de este talentoso arquitecto en la sexta edición digital de INTERIO: https://issuu.com/revistainterio/docs/interio_mag_006_issuu/12