Cartagena tiene un atractivo destino para el descanso en la ciudad amurallada: Casa Cochera del Gobernador, un hotel boutique donde la arquitectura colonial y la elegancia contemporánea se mezclan en armonía.
(Imagen superior: amplitud, sofisticación y confort son las claves de la suite El Aljibe. Fotografía: cortesía)
Dicen que en la variedad está el placer y ese es, justamente, uno de los principales encantos de La Heroica. Cada vez con mayor frecuencia aparece, sobre todo en el Centro Histórico, una nueva joya hotelera concebida para atraer y consentir a los huéspedes con lo mejor del pasado y el presente.
Así, en la calle Cochera del Gobernador —bautizada con ese nombre en la época de la Colonia porque allí se situaba el recinto para estacionar la carroza de dicho dignatario; de hecho, se cuenta que por un buen tiempo en el Nuevo Reino de Granada solo existían dos coches y ambos estaban en Cartagena— se ubica este hotel boutique de doce habitaciones, cuatro plantas y diseño exquisito.
Según los estudios, la vivienda que lo acoge fue construida entre finales del siglo XVI, aproximadamente 1595, y principios del XVII como una edificación medianera; una “casa alta” con tipología en “O”: el núcleo básico y las crujías laterales y posterior giran en torno al patio central. Como suele suceder con este tipo de obras, con el paso de los siglos tuvo diversos usos.
Para convertirla en Casa Cochera del Gobernador, un hotel de lujo, el primer paso fue el proceso de restauración, labor que lideraron los arquitectos Ricardo Zabaleta y Ricardo Sánchez, expertos en el tema.
Descanso señorial
El diseño interior estuvo a cargo de Gustavo Pinto, uno de los hombres que más sabe del tema en Cartagena y gran responsable de que abrir pequeños hoteles cinco estrellas en la ciudad amurallada se convirtiera en una tendencia que no ha dejado de estar en alza, luego de que en 2003 diera el primer paso al inaugurar Agua Bed and Breakfast.
De esta manera, los espacios señoriales de hasta 7 m de altura “se vistieron con hermosos sillones y sofás, pisos ajedrezados, lámparas y espejos especialmente diseñados para estos antiguos salones, con el propósito de devolverles su sello de lujo y elegancia, propio tanto de una casa colonial como de un hotel boutique de esta categoría”, explica Pinto, quien trabajó de la mano con Adriana Jaramillo.
A esos detalles se suman plantas tropicales, pinturas cartageneras, artesanías colombianas de estilo caribeño e iluminación indirecta, instalada en los nichos, salones y terrazas, que transmite sofisticación y confort.
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