Con tonos vivos y formas orgánicas inspiradas en el mundo de las flores, la obra de Piedad Tarazona trasciende: más allá de una postura estética, en cada pieza subyace un mensaje contundente sobre la feminidad, sexualidad y sensualidad de la mujer. Un buen ejemplo de arte colombiano contemporáneo. (Imagen superior: ‘Subliminales’. Óleo sobre lienzo. 120 x 180 cm. 2016. Fotografía: cortesía).

La artista Piedad Tarazona con dos de sus obras.
Las flores de Piedad Tarazona, formada en Artes Plásticas y Publicidad, son ampliamente reconocidas. El colorido y los trazos nos llevan a pensar en obras alegres donde la belleza es fundamental. Sin embargo, bajo esas capas de color y tras las formas de sus esculturas hay una historia que busca revelarse. Sus piezas giran en torno a la feminidad, a la situación de la mujer en la sociedad, a sus gustos y a lo que le preocupa.

El club de las 50. Cerámica a dos hornos. 30 x 30 x 30 cm. 2015. Fotografía: cortesía.
La artista estudia a fondo la flor y al descomponerla realiza una metáfora entre el pistilo, el órgano femenino vegetal, y el clítoris. “La gente no sabe nada de éste; es desconocido, incluso es una palabra tabú, a diferencia del órgano sexual masculino del que se habla con mayor facilidad. Es un órgano, tal vez el único, destinado sólo al placer”, explica la artista.

Cuando usted sonríe. Óleo sobre lienzo. 165 cm de diámetro. 2015. Fotografía: cortesía.
Formas sensuales
Ese placer, que lleva a pensar en lo lúdico, lo convirtió en una de sus más recientes esculturas, Toy — que siginifica juguete—. Consiste en figuras de cerámica de colores llamativos en forma de clítoris, que pueden armarse y desarmarse como cada quien lo prefiera, como si se tratara de un juego. En consecuencia, el tema de la ablación está presente en este trabajo.

Ablación. Cerámica al frío. 15 x 15 x 25 cm. 2016. Fotografía: cortesía.
“Con esa práctica que se realiza en ciertas tribus, la mujer pierde una parte de sí, no solo en términos físicos sino también en su propia esencia femenina”, aclara. Otra obra de grandes dimensiones es una silla de madera maciza en forma de corazón, con el asiento pintado con flores, que representa a la mujer que sostiene.

Makatraka, silla escultura. Óleo sobre madera y poliuretano. 50 x 150 x 150 cm. 2011. Fotografía: cortesía.
Para conocer más sobre esta artista y su obra, lo invitamos a continuar leyendo el artículo en la edición 3 de INTERIO, en el siguiente link:
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