Con una buena dosis de creatividad, Sonia Lahoz transformó este apartamento oscuro y tradicional en una vivienda con personalidad, llena de destalles y objetos con historias para contar. (Imagen superior: En la sala, el sofá tapizado con chenille vino tinto, es francés, de 1945, y fue adquirido en Dessvan; el de rayas es americano, de 1950, de Cinco en Punto. Sobre la chimenea, cuadro de Oscar Muñoz. El kilim fue comprado a William Piedrahita. La lámpara de pie es de Sylvie Delesmontey. Fotografia: Gabriel Lugo).
Al norte de Bogotá, cerca al Parque del Chicó, una pareja con una hija, adquirió un apartamento de 340 m2 y una altura de 2,80 m, en un importante edificio de vivienda, diseñado por el reconocido arquitecto Luis Restrepo. Si bien el apartamento cuenta con un área generosa y una privilegiada ubicación, su posición transversal en el sentido del recorrido del sol, no permitía que tuviese una buena entrada de luz natural en ciertos espacios. Además, su diseño contemplaba ambientes más bien compartimentados.
Los propietarios acudieron a la asesora en diseño interior Sonia Lahoz, a quien conocían por anteriores trabajos realizados con ella, para que no sólo les interviniera el apartamento buscando lograr mejor calidad de luz, sino que además les creara espacios acogedores, funcionales y con personalidad.
La experta estudió los espacios y propuso eliminar ciertos muros o intervenirlos, para quitar el efecto de cubículo y ganar luz. Abrió el muro entre el comedor y el corredor, y creó un nicho; de esta manera, el amplio hall de entrada ganó luz natural. De igual manera, la pared entre la sala y el comedor se recortó dejando un muro suelto lo que generó mayor visibilidad, espacios más conectados y aparentemente más grandes.
Además de estas dos intervenciones arquitectónicas, Sonia propuso algunas cambios en el interiorismo, siempre pensando en ganar luminosidad. En el baño social instaló espejo en el techo y papel de colgadura con detalles dorados, todo esto con el fin de generar más brillo y claridad. Las puertas de las habitaciones y la del ascensor se pintaron de blanco para romper con la tonalidad de la madera del piso de granadillo que oscurecía los espacios.
Para conocer más sobre este apartamento, lo invitamos a continuar leyendo el artículo en la edición 2 de INTERIO, en el siguiente link:
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